En la tienda «De Forja», con los muebles que el agresor había comprado anteriormente.
Incomprensible. Así puede calificarse lo que le ha ocurrido a una dependienta de una tienda de muebles de Las Rozas, que fue atacada violentamente por un cliente cuando fue a recoger los objetos que había encargado el 12 de agosto, antes de irse de vacaciones: dos sillones y un banco para la entrada de la casa de 1,5 metros de largo.
Los hechos sucedieron a las 20.15 horas del viernes en el establecimiento De Forja, situado en el polígono Europolis, según explicó ayer a ABC la vendedora, Juana García, que estaba sola. El comprador, con la copia del pedido en el que figuraba el importe, 700 euros, acudió al local. Como los objetos eran pesados, ella le ayudó a cargar la mercancía en su furgoneta, estacionada junto a la entrada. Hasta ahí todo discurría con normalidad, explica.
Sin embargo, nada más entrar al comercio para abonar la factura, el comprador comenzó a gritar airadamente: «¡Esto es un robo!» «¡Sois unos ladrones!» «Con el dinero que me he dejado en esta tienda… Vais a acabar cerrando» «¡Ahora mismo vamos a descargar!». Atónita, la mujer le explicó que el precio estaba fijado, que él lo conocía, y que no se le había cobrado ni un euro de más, pero que si no quería los muebles que no se los llevara. Entonces, él se dirigió al portón de su vehículo, cogió el banco, de unos 40 kilos, y lo arrojó, fuera de sí, con rabia, hacía ella, alcanzándola de lleno. Muy asustada, Juana trató de protegerse, al ver que seguía haciendo lo mismo con el resto de las mercancías, y se refugió en la entrada del local, en donde tropezó y cayó al suelo. Desde ahí, vio, aliviada, cómo el agresor se marchaba. Aterrorizada, avisó a sus jefes y estos al Summa y a la Guardia Civil.
Fue trasladada al hospital de Puerta de Hierro primero y Móstoles después, donde le diagnosticaron un esguince cervical, una contractura en el hombro izquierdo, así como contusiones diversas, entre ellas en la escápula izquierda. Ha presentado una denuncia ante la Guardia Civil, que trata de localizar al cliente arrepentido. Se le acusa de un presunto delito de lesiones. La vendedora explicó que no quiere que estos hechos queden impunes. «¡Ha sido una salvajada. Pensé que me iba a matar». Ahora, teme volver al trabajo por si sufre alguna represalia.
Via: abc.es | Imagen: deforja.com
jamas pude pensar que existieran perosnas capaz de hacer este tipo de actos sin ninguna razon ya que si los compro deberia saber los precios .